No sé si las alturas tiene algo que ver, pero me embriagan los amarillos en el cielo, los verdes flotando sobre las nubes, los rojos amenazando el vuelo de las gaviotas.
Debe ser que los colores raros me asustan o tal vez que no esté muy acostumbrados a los imposibles.
Sin ánimo de ofender, pero pedir que de vez en cuando me cambien los colores del cielo podría ser un imposible, así que me los imagino.