Me quedé con las ganas de sentarme en las sillas de la puerta de su casa. No conocía a la familia pero me los imaginé curiosamente extraños. Si era la libertad lo que añoraban, si su mayor deseo era estar bajo en cielo mirando a la vida, no entendía muy bien las tres plazas tan juntas, tocándose con tanto espacio. ERa como si se estuvieran preparando para volar.
Como no tuve agallas para sentarme, la fotografié.
A las pocas semanas ya no estaba allí, tal vez ya hubieran despegado.