Era un hombre mayor, solitario, gris y triste. Tal vez apagado en su destino.
Buscaba aquella mañana un lugar desde donde otear mejor su futuro, pero nadie se fijó en su necesidad.
Nadie excepto el fotógrafo que luego lo plantó en un cuadro que ahora descansa en Guadalajara.
Creo que lo mejor es el encuadre y lo peor el fondo verdoso que desvirtúa casi todo.
Pero no quise poner un fondo negro, me pareció absurdo igualarlo a las sombras, preferí elegir un fondo que no dijera nada.
Lo malo de los cuadros que regalas es que ya nunca los vuelves a ver si antes no los has guardado en la memoria.
Al menos queda aquí, pare recordar aquel señor triste que se me cruzó en un instante.