No hay que engañarse, la vida tiende a compartimentar todo pero a veces nos confunde. Un niño o una señorita suave y débil puede ser la mejor tatuadora de un marinero robusto y aguerrido. La delicadeza no está reñida con la profesionalidad y menos todavía con el arte de la creación. Yo nunca emplearía mi piel como lienzo ajeno. Creo.