Hay personas que escriben con obras de arte, que diseñan espacios y calles con arreglo a su forma de entender el urbanismo.
En Valencia me encontré con una esquina a dos calles pintada en más de 10 metros de extensión en toda su altura y con todo un gran repertorio de figuras similares pero todas diferentes.
Amarillos, marrones y negros terminaban de convertir aquellas dos pequeñas calles en un amable lugar para observar.