Era la pequeña historia de un pescado, pescado en la acequia del barrio para colgarlo en las calles y callar voces. Nunca habían sospechado que un pescado tan grande pusiera ser pescado. El pescado pescado se quedó boquiabierto pero tristemente seco y sin brillo por mucho que lo pusieron en una zona a la sombra para que el seco sol no se lo comiera demasiado pronto. Todavía se conserva la marca en la pared.