A veces las naturalezas muertas son simples cadáveres todavía en pie, señales de un tiempo que casi ya no está con nosotros.
Pero siguen vivas pues siguen atadas a su tierra.
Son las huellas de otros veranos, de incluso los finales apagados de aquellos otoños húmedos.
Quedan los rastros, las huellas de la muerte en breve.
Solo eso.