En Granada los toros también sirven para calmar al sediento viajero que acude con denuedo a conocer sus historias. En Granada nos podemos fiar de los toros que hay por las calles pues solo nos dan agua desde fuentes ancianas que llevan siglos dando agua a moros y cristianos. Lo de menos es el agua, lo de más que te tienen que meter entre su cornamenta a beber agua, dejando que el toro te mire y confiando en que no se va a mover nunca de su posición pétrea. Pero mirarte te mira, lo puede asegurar.