“¿De qué te sirve ganar el mundo, si en el camino pierdes el alma?”
Es una puerta de un centro religioso de atención social, pero podría ser un lugar para aprender de la vida. Y tal vez lo sea.
Nos empeñamos en ganar lo mundano, muchas veces sin darnos cuenta de que no estamos conservando la identidad, la personalidad que nos hace ser personas, esa alma neutra que es la que nos da vida propia.
Nos debemos proteger nosotros mismos de esas pérdidas que también provocamos nosotros mismos.