Aquel hermoso cisne se acercó hasta mi lentamente en busca de comida, pero al ver mi cámara pequeña disimuló y se me escapó lateralmente. Debió pensar que con aquella mierda cámara yo no era de los de comida de calidad.
Me le quedé mirando con cara de arrojo y le espeté a la cara: —Chato, tú estás sobre agua negra, aunque vayas de blanco inmaculado. Así que no exijas tanto.
Como es lógico suponer no había nadie más escuchando mi conversación. Él me obvió y yo me quedé mirando la cámara. Creo que debo cambiarla por otra mejor, si.