Las ventanas, que siempre deben servir para asomarse, a veces se esconden detrás de pequeños bosques de verdes jardines.
En esta caso y siendo Valencia, no podía faltar un simple naranjo.
¿Puede un naranjo ser simple?
Los árabes supieron jugar muy bien en España con el agua, el verde, las flores y los olores. La piedra y el ladrillo y los patios cerrados.
Disfrutaban de sus espacios interiores como nadie nunca ha sabido.
Incluso sabían emplear el agua para que hiciera música al caer, sonando como una poesía líquida.