Los ocho mirones incapaces se han quedado sólo con la cabeza y unos dientes muy largos. Aun así meten miedo. Más si la luz del sol se va cayendo hacia el suelo y no deja muchas esperanzas de que coja fuerza la luz para dejarnos ver bien la situación. Son ocho mirones calaveras, ocho cabezas cortadas sobre el esqueleto de un vagón oxidado. Es un muerto conteniendo a ocho muertos. Un gran ataúd de hierro, oxidado por sus muchos años de muerto. Como para no salir pitando, en cuando amenaza la noche.