En el año 1985 Georges Perec publicó unos textos con el título: Pensar, clasificar. Perec estableció tres categorías referidas a los libros pero que podría ser trasladadas a cualquier colección: lo muy fácil de ordenar, lo no muy difícil de ordenar y lo casi imposible de ordenar.

Un museo, sea digital, sea analógico encerrado en un gran edificio, necesita ordenar, potenciar unos sobre otros. Pero a veces lo que se esconde es más moderno, más atrevido, que aquello que se nos muestra según los gustos de quien ordena. No es fácil ordenar, por eso hay que ordenar con el criterio que a uno le da la gana interior.
Ordenar a veces es amontonar, es dejar espacios vacíos entre los elementos, es crear calles visuales desde donde ver los conjnuntos y los espacios. Clasificar es otra cosa más compleja.