Nunca el mar está tranquilo. De lejos todo nos parece más calmado que como en realidad es por dentro. Pero al acercarnos al asunto, es cuando observamos las olas en su tamaño, las tempestades pequeñas que se esconden entre los barcos, los problemas que no preveíamos. Para navegar ante la vida hay que ir hasta ella, enfrentarse a la realidad y no verla a mucha distancia. Engañarse no sirve, pues como mucho es un tiempo corto de autoengaño. La realidad siempre se impone.