Los monstruos se multiplican ellos solos, incluso llegan a calles de ciudades alejadas de los circuitos del terror, como Pontevedra, donde ya quieren ocupar sus espacios propios.
Nos miran con sus varios ojos y nos intentan poseer. Pero ya no engañan a nadie, son azules o amarillos, pero sobre todo son planos y no se mueven.
Es simplemente arte urbano, arte efímero, es sobre todo arte agradable para mirar mientras se pasea. También lo feo puede ser agradable y simpático.