Las ciudades y sus centros también están llenas de cuevas. De lugares donde el tiempo se quedó quieto hace décadas y a donde nadie entra por su total secreto de entrada.
A los lugares se entra siempre por la entrada, y si esta es secreta, el lugar es secreto.
No hay duda, lo que se ve al fondo es una enorme y gruesa telaraña. Imaginarse el tamaño de su dueña supone no acercarse.