Es sin duda el recuerdo de un dolor inexplicable en aquellos momentos. Y en el hoy absurdo.
Es el suelo que quedó en la zona de las Torres Gemelas de New York, tras su derrumbe.
Cortado y trasladado al Memorial, como recuerdo de lo que es una sopa de vida, de pasado, de historia.
Una sopa gris que necesita de una luz cálida para tomar color.