No es igual dos pasos más cerca o más lejos del objeto principal. Ni lo es un poco más a la derecha o a la izquierda, pues todos los elementos secundarios se mueven con respecto a lo principal de la escena, y eso afecta y mucho sobre el resultado.
No es igual tener la cámara a la altura de tus propios ojos y trasmitir lo mismo que pueden ver todos los espectadores, a querer hacerlo desde la cintura o más abajo, o elegir el disparo desde lo más alto que lleguen tus brazos estirados, pues serán puntos de vista que los espectadores posteriores verán diferentes, originales…, aunque no siempre mejores.
Donde tú, como fotógrafo, pongas las piernas y el cuerpo, estarás poniendo el punto de vista de tus espectadores. Todos los demás verán tu obra desde el mismo punto que tú decidas en ese momento.
El ejemplo que os dejo a continuación tiene trampa. Es una muestra de que también en el laboratorio de cada uno se pueden modificar algo los encuadres y las posiciones del fotógrafo. Pero no es lo correcto. Hay que intentar acertar en el momento de la acción.