Nadie se había dado cuenta, pero en aquella madera roja magenta habitaban seres de Madrid que se paseaban a escondidas. Era verano y entre las diversas capas de la madera se escondían los veraneantes para no ser vistos, pero salían a tomar el sol en cuanto nadie miraba la madera.
Os preguntaréis cómo logre avistarlas, pillarlas en pleno paseo. Os voy a contar el secreto, pero no lo comentéis por las calles.
Me disfracé de mosca gorda de rojos ojos. Mis zumbidos no llegaban al tono real, pero le puso muchas ganas.
Lo complicado de todo, lo más complejo fue esconderme la cámara entre las alas.