La fotografía como actividad social está llena de momentos trágicos. Esta imagen es de la niña de 13 años Omayra Sánchez Grazón que recorrió todo el mundo en noviembre del año 1985, fotografiada por el periodista francés Franck Fournier, que estuvo a su lado hasta el último momento con vida de la niña, fallecida posiblemente o por la hipotermia de los casi tres días en esa posición o por las posibles heridas inferiores que no se veían, con las piernas enterradas en los barros y atrapadas por troncos retorcidos.
Omayra Sánchez, con solo 13 años permaneció tres días entre los restos de lo que fue su casa en Armero (Colombia), con todo el cuerpo sumergido en el agua, de la que sólo sobresalía la cabeza. Posicionada sobre los restos y escombros sobre el cadáver de su tía y posiblemente también sobre el de su padre, enganchada sobre piedras y palos que hacían imposible poderla sacar, la niña luchó durante 72 horas por sobrevivir y las autoridades para que el agua bajara y se pudiera intervenir para sacarla de su refugio mortal.
Hasta ella llegaron médicos que la alimentaron, especialistas que tuvieron que constatar que era imposible sacarla de esa trampa. El volcán Nevado del Ruis había entrada en erupción y al estar en una zona con muchas nieves aquella explosión volcánica hizo que se derritieran los hielos y que inundara de lodos toda la zona cercana.
Aquella tragedia acabó con la vida de unas 25.000 personas, de la que el ejemplo que nos ha quedado es el de la pequeña Omayra. No había medios de calidad para poderla rescatar y en dos días no fueron capaces de llegar con bombas que funcionaran para sacar el agua que la cubría. Sus piernas estaban atrapadas y cuando la pudieron sacar ya era demasiado tarde.
La imagen titulada «La Agonía de Omayra Sánchez», le valió a Franck Fournier el premio World Press Photo of the Year de 1986, pero también provocó la indignación pública. ¿Cómo podría un periodista gráfico quedarse allí y ver morir a una niña de 13 años?
La localidad de Armero en Colombia ya no existe. El sitio donde se ubicaba el pequeño pueblo colombiano fue declarado campo santo por el el Papa Juan Pablo II en 1986. Allí, en medio de cruces conmemorativas, se destaca un pequeño monumento a Omayra Sánchez.
La tragedia de la adolescente Omayra Sánchez se convirtió en un símbolo de la inoperancia de los servicios y autoridades colombianas de aquellos años, que en muchas horas no pudieron diagnosticar adecuadamente el problemas y traer los equipos necesarios.