Acabada la Semana Santa se termina ese uso de elementos que a veces nos resultan curiosos y tópicos además de típicos. Somos el único país que utiliza las palmas secas, amarillas. En casi todos si las utilizan, son verdes, recién cortadas de los árboles en una oda controlada.
Ahora ya, sobran, se dejan, se olvidan en las esquinas. ya no hay que celebrar ninguna semana santa ni especial, y no se conservan o lo que es lo mismo, son un estorbo en casi todos los casos. ¡Snif! Aunque estén bendecidas por algún rito religioso. Todo pierde valor.