La fotografía es recordar. Casi siempre es solo eso, recordar. Esta fotografía la cacé en un paseo por las calles antiguas de Gerona, paseando a media tarde con mi pareja. Veníamos de tomar unos vinos en un bar argentino y nos habían servido unos caldos de su país, explicándonos qué eran, el motivo por el que se vendieran vinos argentinos en Girona.
Casi todo eso permanece en mi memoria escondido, en algún hueco profundo. Pero es ver la fotografía y recordarlo. Es casi volverlo a vivir. Sería incluso pretencioso decir que casi vuelvo a degustar aquel vivo sabroso y lleno de matices a frutas rojas maduras. El camarero era bastante más guapo que yo, y encima el muy cabrón era también bastante más joven.
Él no sabe que ahora estoy recordándolo. Yo no sé en donde estará ahora. Pero el momento me viene simplemente al observar una fotografía. ¿Quien dijo que fotografiar es un ejercicio sin sentido?