9.2.24

Era la habitación 704, esta vez cerrada


Nadie sabe contar cuantos polvos y algunos lodos se han producido dentro de la habitación 704. Forman parte de lo habitual en una habitación de alquiler. Los limpiadores a veces se los imaginan, otros los sueñan si logran ver detalles de los protagonistas, y siempre los limpian y los airean.

Los polvos hay que retirarlos una vez consumidos, se deja entrar aire nuevo y se ventilan para que vuelvan a parecer nuevos.

Nada hay menos agradecido que un polvo viejo sobre un sitio nuevo. Incluso un polvo nuevo sobre un espacio viejo.

Los protagonistas de cualquier polvo deben creerse que son los únicos, los primeros, siempre los protagonistas que estrenan el polvo y el espacio en donde yacen. Queda terminantemente prohibido sospechar que en el mismo espacio, miles de polvos, mejores o peores, han sido protagonistas en otros momentos, con otros aires.

La magia de un buen polvo radica en imaginarte que siempre has sido el protagonista de todo lo que allí acontece.