Quedar escachado es triste.
Los humores interiores se te escapan.
Somos agua.
Y curiosamente esa misma agua al evaporarse se vuelve a convertir en más agua.
Esa es la resurrección y la vida.
Nuestras aguas interiores no sabemos a quien pudieron pertenecer.
Nuestros humores pudieron ser antes humores de una flor escachada.
Somos nubes sólidas que sabemos hablar, leer y escribir.