29.6.24

La fotografía y la memoria archivada

No hace mucho, estuve en Valencia, una visita rápida de la que si no es por la fotografía no tendría casi recuerdos mentales, memoria de lo que hice y observe. Fueron dos días muy interesantes por el Arte Urbano en pequeño formato que descubrí por algunos barrios.

De alguna manera, la fotografía nos vuelve nuestra memoria en algo permanente. Aunque el exceso de fotografías relativiza eso, pues no estamos dispuestos a estar revisándolas constantemente. Pero… esa fracción de segundos que utiliza la cámara en disparar se convierten luego, con los días o años, en segundos para recordar.

Esa es la magia de la fotografía que atesoramos. Nos podemos recordar y volver a ver durante muchos años, en tiempos ya perdidos. Al final y de forma curiosa no recordamos solo por lo que retenemos en las fotografías, pues se apoderan por acumulación de nuestra memoria no fotografiada.

Viaje con dos o tres cámaras, la grande, la réflex Canon ya la dejé para mi ciudad solo. Mis Sony RX100 o incluso mi iPhone me cubren el expediente, admitiendo que no es lo que más calidad me ofrece. Pero es lo más cómodo. 

No sabemos cuantas personas en el mundo disponen hoy de cámaras fotográficas capaces de hacer fotos aceptables. pero podemos comentar sin equivocarnos, que posiblemente nos estemos moviendo entre 6.000 y 8.000 millones de personas. Y cerca de las 5.000 de ellas tienen alguna cámara fotográfica además del teléfono moderno.

Nuestra memoria depende en gran medida de estas herramientas. Para bien o para mal, la fotografía se ha convertido en una nueva manera de recordar que nuestros padres y sobre todo abuelos, nunca tuvieron. Y por añadidura, en algunos casos hemos perdido ahora incluso aquellos recuerdos que vivimos. 

Yo no tengo ninguna fotografía de uno de mis abuelos. Nunca sabremos cómo era, ni sus nietos ni mis hijos. Hemos perdido definitivamente la memoria.