Es una escultura, pero también es un buen detalle que decora. Si lo observamos de cerca tendemos a ver casi un estorbo, pero en realidad juega con un efecto visual curioso.
Rompe la pared, rompe el suelo, crea una esquina artificial y temporal que ni asciende totalmente hacia arriba, ni es recta, mostrando una inclinación que no molesta pero juega con nuestro punto de vista.
Ya solo queda señalar la dirección de las aguas, como si efectivamente, esta pieza hubiera estado colgada.
En realidad es todo lo contrario. Lo qe nos parece suelo es en realidad una pared vertical. Esta pieza está sobre nuestras cabezas, mirando al cielo, recibiendo las lluvias que la marcan.
Cosas de las miradas que no se conforman con mirar solo al suelo.