El miedo de calle se salva sabiendo que los malos también tienen miedo.
Se puede pasear por calles oscuras con fortaleza en los pasos, y suceder menos cosas que si lo haces con el miedo calando los huesos.
Los malos atacan más a los miedosos pues ningún malo quiere perder la partida.
Hoy la violencia puede venir desde cualquier esquina bien iluminada, pues los imbéciles violentos los hemos ido sembrando, y encima incluso los regamos.