Todos somos grises y blandos a los ojos de los demás, pues en realidad el color lo aportan todos ellos, cada uno de ellos. El resto somos grises.
Este trozo de rinoceronte es gris por fuera y rojo por dentro. Como todos nosotros. Pero como vive en las selvas y allí hay muchos mosquitos enormes, ha desarrollado una piel gruesa y dura para que no le piquen en exceso.
Creo, estoy convencido, de que los humanos deberíamos desarrollar una piel gruesa y dura como los rinocerontes, para aliviar los picotazos del resto de humanos.