Durante muchos años se asomaban por esta ventana cuando venían los vendedores al pueblo anunciando sus productos. O se asomaban para hablar con los vecinos. No era muy alta y permitía las conversaciones en la pequeña distancia.
Hoy ya casi no parece ni una ventana. La dueña está enterrada calles arriba junto a la iglesia, y ya nadie se asoma ni nadie conversa desde la soledad.