Ante la inmensidad de un monasterio con siglos de historia, la delicada presencia de una sola persona con un libro.
No es meditar, es poner en valor a las personas y a su capacidad de seguir aprendiendo siempre.
Un libro, la soledad, la inmensidad de todo lo que rodea la escena, la calma.
Incluso el silencio que se intuye, que transmite la escena.
Recogerse es como envolverse hacia dentro, para reflexionar sobre lo que hasta ese momento somos, y sobre lo que deseamos ser después.