2.12.24

Una monja, una oca y un demonio, en Valencia


Si hace siglos a un artista de la Edad Media se le ocurrió esta escultura para el exterior de una iglesia que iban a ver todos sus convecinos, creo que en este siglo XXI caba que en las calles pongamos todo tipo de trabajos abstractos y complicados de entender.

Vemos a una monja que coge a un pato o a una oca como si fuera para empapuzarle de comida buscando que su hígado explote de alimentos para hacer un buen foie gras. 

Y a su vera observamos a un demonio que parece llevar el artilugio con el que alimentar por la fuerza al ánade. ¿Qué nos deseará explicar el autor de esta escultura viejísima? La cara de la monja es curiosamente triste.

Un llamador que esconde una intención


Un llamador es para llamar, para hacerte notar. Pero si levantas el llamador te encuentras con el insulto en forma de pegatina. Es un detalle. Puede que de mal gusto. Puede que simplemente sea un detalla de humor. Escondida puede estar la intención real. Nadie lo sabe, excepto los muy allegados.