Puede parecer un vestido de fiesta, de carnaval o de boda. Pero es un esqueleto perdido a su aire, los restos de algo vivo que yace en los barros de una ría gallega.
Se mantiene a la vista por el color y la cuerda que ata a la orilla sus restos, sus huesos de madera. Y con ellos la belleza de la nada, del final de la utilidad. Sigue siendo útil pues sigue siendo bella.