Cuando un espacio para estar se encuentra excesivamente ordenado, resulta frío. Y un lugar frío no sirve para estar, para abrirse, para compartir o participar.
Este espacio es un lugar público de Madrid. Pero no apetece sentarse a descansar o a leer. Es impreciso, mucho más y peor que impersonal.
Lo he manipulado para juger con él. Para que no se atreva a jugar conmigo.