Si hace siglos a un artista de la Edad Media se le ocurrió esta escultura para el exterior de una iglesia que iban a ver todos sus convecinos, creo que en este siglo XXI caba que en las calles pongamos todo tipo de trabajos abstractos y complicados de entender.
Vemos a una monja que coge a un pato o a una oca como si fuera para empapuzarle de comida buscando que su hígado explote de alimentos para hacer un buen foie gras.
Y a su vera observamos a un demonio que parece llevar el artilugio con el que alimentar por la fuerza al ánade. ¿Qué nos deseará explicar el autor de esta escultura viejísima? La cara de la monja es curiosamente triste.