Algunas de las primeras formas de vivienda del ser humano o incluso asentamiento grupales, eran circulares como los tipis, castros o algunas cabañas de barro y materiales vegetales.
El círculo ofrecía una sensación de protección y contención frente a los elementos y las amenazas externas.
Era como vivir dentro de Espacios Sagrados, en una bolsa materna hecha a medida de las necesidades.
Trazar un círculo en el suelo podía delimitar un espacio sagrado para rituales y ceremonias, creando una barrera simbólica entre lo profano y lo sagrado.
Un círculo en el suelo delimita, separa, dibuja el “Dentro” y el “Fuera”.