A veces las contabilidades se las comen los ratones, y entonces ya no queda nada para poder comprobar si están bien hechas. Los ratones son unos grandes amigos de las contabilidades extrañas.
Con media docena de ratones de los baratos, ellos solos te apañan unos años de trampas. Los sueltas, se dedican a tener crías por si la cosa se tuerce, y en unos meses tienes la contabilidad muy limpia, perfectamente limpia.
Yo conocía los ratones de laboratorio de investigación, pero no conocía los ratones de romper las investigaciones. Hay ratones de todas las clases de necesidades que se nos ocurran.
Si no son capaces ellos solos, se les puede enseñar metiéndoles dentro de cada carpeta queso del de olor. No falla. Eso y el tiempo, hacen maravillas.