24.4.25
Tomates verdes crudos
Aunque las civilizaciones antiguas no tenían el concepto de una Tierra redonda, su experiencia cotidiana de un horizonte circular, la observación de los ciclos celestes (sol y luna circulares) y la presencia de patrones circulares en la naturaleza probablemente contribuyeron significativamente a la importancia cultural ancestral del círculo y de la esfera como elemento natural de la vida.
El círculo se convirtió en un símbolo poderoso de totalidad, ciclo, orden cósmico y, en muchos casos, de lo divino, basándose en las experiencias perceptivas directas de su entorno natural y simple.
Existe una posible conexión entre la experiencia vivida en aquellos años primitivos por el ser humano y el desarrollo de conceptos culturales fundamentales.
¡Es fascinante cómo la forma del mundo, incluso sin ser comprendida en su totalidad, puede influir en nuestra forma de pensar y simbolizar!
El primitivo ser humano veía a las frutas que crecían redondeadas, circulares en muchos casos. Que incluso si abrían una fruta seguía siendo circular o esférica en su interior.
No sabían que las formas de los pedacitos que conforman nuestro cuerpo humano también son redondeados, que muchos virus o bacterias, o que nuestras propias células, eran esféricas o muy similares en casi todos los casos.
Incluso muchos de nuestros parásitos son alargados por su sucesión de aros circulares que van aumentando su tamaño alargado. Estamos rodeados de círculos y lo sabemos, por lo que no estaría de mas reconocer que somos la suma de millones de círculos microscópicos.